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Seminario Centros sociales: ˇqué empresa! Más allá del gueto: un debate crucial.

EL ESPACIO SOCIAL METROPOLITANO ENTRE EL RIESGO DEL GUETO Y EL PROYECTISTA EMPRENDEDOR

Consorcio AASTER

El fenómeno de los CSA (Centros Sociales Autogestionados) ha sido tratado por los medias de modos muy diversos a lo largo de los últimos cuatro o cinco años en razón del sucederse, en una diversidad de tejidos urbanos que ha ido de la gran metrópoli al pequeño centro de provincia, de los numerosos conflictos entre instituciones administrativas locales y jóvenes ocupantes. Puede observarse, a modo preliminar, que más allá de la lectura autoreferencial que los jóvenes de los CSA hacen de si mismos, las actuales características de estos lugares guardan escasa relación con el origen histórico de estos. Estas prácticas, que son el sensor de un más amplio malestar juvenil en el adaptarse a la profunda modificación tanto del panorama productivo como en relación a la crisis de las formas de representación, son más bien una tentativa, fuerte y en algunos casos dramática, de construir formas de sociabilidad "otras" a aquellas propuestas por el circuito comercial del loisir, que al mismo tiempo ponen de manifiesto la necesidad de dotarse de instrumentos adaptados a la confrontación con las nuevas dinámicas de producción de la renta.

La propuesta, original a su modo, de responder a la crisis o al declinar de la sociedad solidaria y al decaer del sistema de protecciones del estado social, vuelve a plantear el tema de los derechos de ciudadanía, cuestión esta que en los últimos años ha afectado a otros actores sociales (entre ellos al movimiento feminista en lo que concierne a la diferencia de género y de sexo por él afirmada). Estas respuestas, estos comportamientos colectivos que con frecuencia vienen sobrecargados de tensiones simbólicas, son también expresión de una crisis más extensa ligada a la desaparición de los "lugares de la experiencia" que han sido para las generaciones precedentes, por ejemplo, la familia mononuclear y el trabajo. El agotarse de la función formativa de estos lugares no ha podido dejar de acarrear un fuerte extrañamiento tanto de los sentimientos de pertenencia como de la biografía cronológica de los sujetos en su recorrido hacia la vida adulta. No es por casualidad que el trayecto entre la adolescencia y la asunción de responsabilidad de si, ha desplazado su umbral hasta pasados los treinta años de edad. Sin duda alguna todo este proceso es consecuencia del más basto fenómeno de la "desalarización", del quebrantamiento de los devenires del trabajo y del consecuente decaer de oficios y profesionalidad frente al emerger de otras profesiones y de otras competencias en ausencia de las cuales se está, probablemente, destinado a la marginalidad, a trabajos serviles y, previsiblemente, al peligro amenazante del gueto. La sociedad italiana ha reaccionado de forma diversa a esta profunda convulsión prolongada a lo largo de toda la década de los ochenta, a menudo confiando en iniciativas delegadas al sector privado o descentrando sobre el privado-social una parte importante de las competencias que, en prevención, protección, intervención y formación, eran gestionadas directamente, con anterioridad, por las instituciones. En la actualidad no hay duda que una larguísima parte de organismos del privado-social han asumido, con el tiempo, características cada vez más marcadamente referibles a la cultura y a la práctica de empresa. Y en eso no se ha hecho más que seguir tendencias todavía más consistentes en otros países europeos (cabe recordar aquí la incidencia del sector no profit en Francia y en la República Federal Alemana).

También características del "movimiento de los CSA" son comparables a muchas características que encontramos en el sector del privado-social o de las empresas no profit. Aquello que lo diferencia es la ausencia de protección y de reconocimiento institucional, la falta de acceso a financiación pública y la práctica radical de apropiación de espacios públicos y privados mediante comportamientos extralegales. Se puede opinar, con aquellos raros gestores de lo público que han tomado nota del hecho, que los CSA son a menudo "zonas francas" donde los jóvenes pueden expresarse libremente sin controles ni constricciones, donde además son bien acogidos cantidad de sujetos sociales portadores de malestar, sujetos sociales que encuentran en éste, un espacio donde refugiarse de un mundo que no quiere aceptarlos. Pero aún más relevante es observar como los CSA, más allá de funcionar como agencias de trabajo autogestionado e informal, son a todos los efectos, productores y usuarios de redes capilares de consumo y venta de productos culturales y de mercancías ya sean autoproducidas como adquiridas en el mercado. Se trata a todos los efectos de un experimento de mercado alternativo al oficial, esto es al comercial, experimento que tiene la característica de no estar legalizado, de no seguir las reglas y, tal vez, de no tener ninguna intención de seguirlas. Se trata de un segmento minoritario pero de masa del universo juvenil, que se caracteriza por colocarse a caballo del umbral entre exclusión e integración, temiendo de la integración el peligro recurrente de la homologación, y moviéndose contra la exclusión para afirmar una esfera de derechos no reconocidos pero seguramente referibles a la esfera de las nuevas y todavía no esclarecidas formas de acceso a la ciudadanía. De este complejo entrecruzarse de condiciones existenciales, de universos vitales y del deseo de autenticidad-radicalidad, nace una producción cultural fuertemente innovadora y original, suspendida entre la protesta y la adquisición de profesionalidad y de inteligencia, en consonancia con la irrupción de las nuevas tecnologías, adaptadas a la propia exigencia comunicativa, expresiva y de autoproducción. En esta dirección y en esta fase histórica parece evidente que, con independencia de la ya mencionada autoreferencialidad de los sujetos, las prácticas y los lenguajes de los CSA se avecinan cada vez más a aquellas culturas de la empresa, del trabajo autónomo y de los trabajos socialmente útiles que caracterizan a una parte relevante del panorama económico nacional, representado pues, un posible fragmento del capitalismo que vendrá. Obviamente estamos ante una tendencia no homogénea divisible entre los que han abierto un espacio conflictual de comunicación con las instituciones y aquellos que se colocan en la esfera de los "no comunicantes".

Es un debate totalmente interno a los mismos CSA pero, pudiendo ser competencia de las instituciones el favorecer la creación de un terreno de confrontación con "los comunicantes", seria a su vez un grave error el no ponerse a la escucha de aquellos que rechazan la comunicación invocando aquella radical estrañeidad y práctica autogestional que, común a todos los CSA, asumiría en este caso su validez en su relación con una necesidad de identidad.

En esta dirección, la iniciativa promocionada por el circuito de los Jóvenes Artistas Italianos ("GAI") conjuntamente con el "Comune" (Consistorio) de Arezzo y el de Torino, entiende crear un terreno de confrontación y de debate, invitando a representantes de aquellos Espacios Sociales Autogestionados que se han caracterizado ya sea por la complejidad de su producción social y cultural, ya sea por la flexibilidad con la que han conducido la dialéctica del conflicto con las instituciones en busca de una continua redefinición de los derechos de ciudadanía. Sobre este tema sería de gran relevancia la aportación teórica y de experiencia que puedan hacer tanto sectores del privado-social caracterizados por la capacidad de hacer empresa social, como aquellos operadores económicos referibles a la figura del proyectista-emprendedor, así como también aquellos administradores locales que están llevando a cabo políticas y proyectos de comunicación con las áreas de los CSA. En particular y por lo que hace referencia tanto a los empresarios como a los administradores locales, parece evidente la diversidad de experiencias, de confrontaciones y de proyectos puestos en marcha en diversas áreas del país. Si la verificación del malestar juvenil tiene características bien definidas en el Centro-Norte industrializado, no menos relevante es la comprensión de los procesos en acto en la área del Centro-Sur, tanto por lo que hace referencia a la condición juvenil, como en lo que concierne a la capacidad innovadora de figuras como la del empresario y el administrador local, que a su vez se han confrontado ya bien con el consistente emerger del fenómeno de los CSA, como con la necesidad de favorecer la difusión de una percepción distinta del mundo del trabajo en el ámbito de los universos vitales juveniles.

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