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La Pantera Ilaria BUSONI La diagonal es un procedimiento lógico empleado para esquivar una ley invariante. Es el elemento que determina la posibilidad de huir de una dimensión predeterminada y que revela una paradoja. Encuentra su origen en el lugar en que dos lógicas diferentes se superponen o en el hecho de infringir una ley que se quiere totalizante. Se representa por la línea en cuya longitud se focaliza el punto paradójico. Es en dicho punto donde la ley no tiene más valor y donde la pretensión a la totalidad fracasa. En este punto surge un elemento variable que no estaba considerado por la lógica originaria. Felizmente, a toda ley le corresponde una diagonal. Entre numerosas paradojas lógicas de la filosofía presocrática, la existencia constituye el elemento diagonal de la demostración. La afirmación de la existencia es la principal fuente de constitución de una paradoja y también un elemento de fuga capaz de cortar el espacio de definición de la misma ley. En el seno del movimiento contra el CIP1 nosotr@s hemos percibido una dinámica que ha llevado a la formación de una diagonal involuntaria. El punto paradójico de este movimiento se denomina casseurs. Una diagonal nace a partir de la afirmación de su existencia. La diagonal casseurs ha cortado la ley de la división del territorio, así como aquella de la dialéctica reivindicación/respuesta institucional y la del valor del trabajo como valor fundamental y dominante. La ley continúa existiendo incluso en presencia de la paradoja. Una diagonal no puede ser, en efecto, el elemento determinante para una crisis definitiva. La diagonal y la ley se presuponen recíprocamente: la una no puede existir sin la otra. Por otro lado, la paradoja es el verdadero indicio de la existencia de la ley; ya que ella no presupone su destrucción, pero constituye su elemento definitivo. La primera ley fundamental con la cual la diagonal casseurs se ha confrontado ha sido la de la división del territorio. Por ley de la división del territorio designamos una cartografía capaz de dotar de una connotación social al espacio. Con este propósito consideraremos la tesis de Jean-Marie Delarue, quien ve dentro del territorio de la ciudad la configuración de un nuevo conflicto que tendría por consecuencia la constitución de una jerarquía social. Para Delarue, el territorio ha sustituido a la empresa como teatro de la producción y del conflicto. La jerarquía social, que depende poco de la jerarquía de la producción, está hoy en día determinada por los lugares frecuentados y vividos. Delarue habla pues de una ley de división territorial que opone la banlieue (el "suburbio") a los bons lieux ("buenos lugares"). La división del espacio tiene una connotación eminentemente social. La banlieue está en todas partes, en todo lo que no es bon lieu. Esta nueva forma de conflicto no posee, evidentemente, ninguna representación institucional. Es gracias a la presencia de los casseurs en el interior del movimiento anti-CIP que la intervención del gobierno como interlocutor ha sido posible. La destrucción del esquema reivindicación/negociación no ha sido el producto de las capacidades teóricas de los manifestantes, sino solamente fruto de la presencia de una subjetividad marginal condenada a vivir y a frecuentar los espacios malditos. La ruptura de la jerarquía social tiene lugar exactamente en el interior de las manifestaciones. Las reivindicaciones, con carácter sindical, de la componente estudiantil habrían acentuado la dicotomía excluidos/insertados y perpetuado la división entre quienes frecuentan los buenos institutos y quienes no los frecuentan demasiado. Pero al contrario, una extraña forma de solidaridad ha sido instaurada. La ley de división del territorio se ha roto gracias a los escaparates destruidos y saqueados por los casseurs. El movimiento no ha expresado, a nuestro parecer, ninguna forma de radicalidad nueva. Se trataba de reivindicaciones sin ninguna duda legítimas, pero que estaban todavía ligadas a la centralidad del paradigma del trabajo. En efecto, una gran parte de los manifestantes lo constituían estudiantes de opciones técnicas. El CIP representaba a los ojos de estos la devaluación de una formación considerada de calidad. ¿Cómo podía darse entonces la interacción con la otra componente, la comunidad de l@s excluid@s? Sin duda imposible, si no hubiese sido por los bárbaros que venían a destruir, devastar y denigrar este sueño de la juventud francesa. Esta singular interacción no se hace por un chantaje a la solidaridad, sino a través de la afirmación violenta de la existencia. Los casseurs existen igualmente después de las manifestaciones. No son unos fantasmas encarnando un espíritu inmediato y condenados seguidamente a la dispersión en la nada. En todo procedimiento diagonal es la afirmación de la existencia la que demuestra la paradoja, ya que toda existencia es paradójica. Cuanto más totalizante es una ley, más violenta ha de ser la afirmación: la apuesta está en la vida misma. Tal como el griego que en el país de los espantosos gigantes salva su vida gracias a una respuesta inclasificable2, los casseurs dirigen a la institución un incomprensible grito de victoria más que una reivindicación cualquiera. Es gracias a la afirmación de su subjetividad que los casseurs son por un instante salvados. Su respuesta es inclasificable si se la funda sobre un a jerarquía social del espacio. Durante los días de las manifestaciones anti-CIP el espacio urbano ha sido atravesado por una serie de líneas transversales que han llevado a las subjetividades marginales de la banlieue a afirmarse dentro del territorio prohibido. Más que un conflicto, han dominado el campo urbano huyendo del control de toda fuerza presente. Bajo esta luz la solidaridad adquiere un nuevo sentido. Para nada se trata de una solidaridad piadosa, sino de un cálculo racional que tiene su origen dentro del respeto de la fuerza afirmada. Su presencia ha dado una razón más legítima a la continuación de la protesta: la demanda de poder existir en cualquier lugar tiene más valor, en efecto, que la retirada del CIP. Las manifestaciones anti-CIP nos han mostrado cómo el orden público se expresa sobre todo a través de un imaginario ligado a la propiedad y a la disciplina del territorio. Ninguna señal de alteración del orden se percibe después de su desfile: los coches del CRS –policía antidisturbios– son sistemáticamente relevados por las brigadas de limpieza que borran todos los signos del enfrentamiento. Todo es reconducido a la dimensión de la normalidad de la ley. Los verdaderos líderes del movimiento han sido l@s casseurs. Por el saqueo de la mercadería expuesta y por el cerco –invasión– de los espacios prohibidos, nos han ofrecido a la vista la belleza de la reapropiación. Es evidente que la representación más inmediata
de la riqueza se encuentra en los escaparates expuestos, pero los escaparates
existen en todas partes, en la banlieu también. Ahora bien, no pensemos
que el fenómeno casseurs pueda ser analizado a través de
una teoría del pretexto, que l@s vería desembarcar en el
centro de París para destruir amparándose en un elemento
capaz de garantizar su seguridad: las manifestaciones. Es importante en
lo sucedido que las vitrinas sean las vitrinas parisinas, unas vitrinas
del bon lieu. Las manifestaciones anti-CIP han representado la apología
del paradigma del trabajo. En ninguna consigna ni en ninguna expresión
del movimiento figuraba el cuestionamiento de la centralidad del trabajo.
Sólo una operación hermenéutica muy discutible permitiría
deducir que la demanda de la retirada del CIP implica la demanda de un
salario garantizado. No hay duda de que el rechazo de tal medida –el CIP–
podría abrir una pista en esa dirección, pero por el momento
el único discurso recibido es el que versa sobre el paro en términos
de urgencia y de dignidad. L@s únic@s que han conseguido ignorar
el problema de la necesidad del trabajo han sido l@s casseurs que, lanzados
a la deseperación de la exclusión territorial, no tienen
desde un principio ninguna posibilidad de tener éxito en el mercado
de trabajo. Con las manifestaciones anti-CIP la diagonal casseurs llega
a imponerse en el interior de la ciudad. Han roto la barrera que les separa
de los "buenos lugares" (bon lieux) y del derecho a negar el trabajo. Las
reivindicaciones de l@s casseurs no pasan por el paradigma del derecho
al trabajo, ni por el del mismo trabajo, sino que se dirigen directamente
a la mercadería. La rotura de escaparates no representa sólo
el deseo de poseer objetos, sino más bien de ganar un espacio. La
presencia de l@s casseurs constituye el elemento variante por relación
a las múltiples lógicas que asignan los fenómenos
de contestación a a unos fenómenos determinados y previsibles.
El movimiento anti-CIP ha acabado bien porque se presenta bajo la forma
de la circularidad. Toda manifestación representa una unidad concluida
dentro de su propia espectáculo. La lógica de la reivindicación
no ha evolucionado según una progresión lineal determinada
por el debate de las partes en causa. Por esta razón la presencia
de un interlocutor era absolutamente inútil y rechazada. Todo se
resumía en un espectáculo visual cuya cohesión estaba
consituida por la tensión final: la batalla. La posibilidad de perpetuar
casi al infinito tal acontecimiento ha sido un factor determinante en la
decisión del gobierno. Con la ausencia de este elemento las manifestaciones
se habrían agotado en la apatía de la búsqueda de
un compromiso con un gobierno que nunca habría cedido. La obstinación
de l@s estudiantes no ha sido el elemento predeterminado, sino más
bien un deseo de perpetuar una situación entusiasta y vital. El
movimiento nunca ha conocido estas formas extenuadas y decpcionantes que
caracterizan a los movimientos ligados a las reivindicaciones sindicales.
Una tensión constante, cadenciada por un ritmo violento y excitante,
ha sido la característica más importante de las manifestaciones.
Cada una de ellas tenía una finalidad y un sentido interno. Nada
más allá de lo inmediato tenía realmente importancia.
En este punto surge la pregunta: ¿Qué nos ha quedado del
movimiento anti-CIP? Nada, si se piensa desde los paradigmas clásicos
de interpretación. Ninguna estructura organizada, ningún
debate abierto, ninguna voluntad programática para un eventual seguimiento:
únicamente la sensación de su perfecta reproductibilidad.
Ya que todo espectáculo, si es bello, es digno de ser repetido.
Por un instante no hemos asisitido a nada más bello que el espectáculo
de afirmación de su propia existencia o de su voluntad de existir.
Es evidente que la paradoja que se expresa a través de un elemento
de fuga no implica la caída de una ley, sino que demuestra su existencia.
Las leyes con las cuales la diagonal casseurs se ha medido todavía
existen hoy. Pero la sorpresa causada por la emergencia de un elemento
virtual y no simplemente posible las ha vuelto, por un tiempo, inoperantes.
En el seno de la jerarquización espacial, una grieta longitudinal
se ha dibujado. Y ha adquirido, inmediatamente, una forma circular determinando
las condiciones de su repetición. El nuevo espacio creado se convierte
en reproducible. Un inmenso abismo de consecuencias se ha originado y la
diagonal se revela como algo más que una paradoja: abre una nueva
dimensión social.
Publicado en francés en la revista Futur
Antérieur nº 23-24 (1994)
--------------------------- Notas 1. El CIP –Contrato de Inserción Profesional– era un modelo de contrato-basura que, bajo la excusa de la formación técnica, imponía a los jóvenes condiciones salariales leoninas sin prácticamente ningún derecho laboral. Es la versión francesa del tipo de contrato en prácticas que aquí se aplica a los estudiantes de Formación Profesional. (N. de la pantera) 2. Se hace referencia a una paradoja clásica que trata de un griego que llega a una isla poblada de gigantes. Estos gigantes sacrifican a los visitantes después de haberles hecho una pregunta. Si la respuesta es verdadera, serán sacrificados sobre el altar de la verdad; si la respuesta es falsa, lo serán sobre el de la mentira. A la pregunta "¿sobre qué altar quieres ser sacrificado?" el griego responde: "Sobre el de la mentira". --------------------------------------«-- Volver al Indice de "La Pantera" «-- Volver al Indice del Archivo de Documentos «-- Volver a la Página Principal del Centro Social |