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Fulkro Contra la desesperación. Vale la pena preguntarse si esto -la insumisión- puede producir algún desgarrón en los estratos de la subjetividad colectiva que la habita en tantos modos que sería preciso describir. En la apuesta que significa afirmar esa posibilidad se conmueven altares y más de un palacio de espejos se desmorona. La trampa, la pereza, estarían en interpelar al antifascismo «desde un punto de vista insumiso»: doble trampa: trampa de la identidad, que supone la (pre)existencia de una identidad insumisa configurada, dada; y trampa de la alteridad, que supone la posibilidad de interrogar críticamente a una práctica-movimiento desde un lugar que, a simple vista, no es sino una de las esquinas del «hogar» común: los movimientos políticos, el imaginario de la revolución, la relación de la liberación con el poder -los cuales hoy nos dominan y hasta cierto punto nos constituyen. Affidamento («confianza, entrega al cuidado de») a esta insumisión en la que estamos como matriz de innovación de nuestros cuerpos, de nuestras vidas: como matriz de nuevas formas del deseo, del discurso, de la imaginación: nuevas formas de lo social: nuevas y, precisamente por ello, intensas y liberadoras. Si hay lo nuevo, lo singular en la insumisión, horadará tradiciones, arrancará sentidos, mutará universos, destruirá los zócalos de la impotencia. Y enriquecerá, se compondrá, aumentará la potencia de todas las componentes de liberación con que se encuentre. Trazará nuevas fronteras, nuevos cismas, romperá muchas mentes. - La práctica y el discurso de la insumisión como territorio, como cuerpo productivo, como pertenencia de los enunciados y afectividad, deseo en los movimientos frente a la indeterminación de la crítica abstracta, «intelectual», objetiva. Pertenencia al movimiento. Poca gente la siente, la experimenta. Pertenencia a un movimiento que no es cuadrícula de referentes, sino territorio común en el que transformarse y aumentar la propia potencia, innovar radicalmente las prácticas sociales. Poca gente confía en el movimiento. Poca gente apuesta -con el riesgo que supone- a perder el propio sentido en un devenir común con otras singularidades sociales en la zona de entorno de este movimiento. Acudimos pertrechados de iconos, banderas y rigurosas teleologías. Macizas segmentaciones de lo nuestro y lo otro. «Los demás». Los otros «dentro» del movimiento. Esto es política. - Crítica a la «consciencia de izquierda, radical», mítica, en la que territorializarse y configurar el fenómeno de la lucha antifascista, considerar sus métodos, sus fines, sus componentes. PHANTOMS Crítica del «paisaje lunar», demasiado lunar, en el que buscan oxígeno las singularidades más marginalizadas, criminalizadas. Crítica de su propio encierro, de su visión catastrófica de la alteridad. - ¿Podría proponer la insumisión una nueva universalidad concreta? ¿Podría inventar un «pueblo» contra los complejos militares-nucleares-estatales-policiales que la oprimen en las redes sociales? Una nueva universalidad que afirmaría la potencia del encuentro entre las singularidades sociales, sexuales, étnicas, su potencia de refundación. Frente al vértigo paranoico, uniformizador y alterófobo de los complejos de muerte capitalistas militares y estatales. Cooperación frente a disciplina del terror. Comunidad frente a la gestión mortífera de la potencia social. - La dimensión de gueto que avanza. No es cierto que los grupos respondan a «corrientes» o «tendencias» en el movimiento. Es justo al revés. Son los bloqueos imaginarios, los fantasmas de alteridad, el narcisismo de los grupos, los que configuran su «diversidad». En este sentido, las minorías están cerradas por dentro. Han interiorizado como norma del resentimiento y la incomunicabilidad creativa y deseante la imagen que las máquinas de identificación les han «intimado» a asumir. - Lo dominante en este antifascismo es la desesperación. En el movimiento de insumisión se gestan los deseos de una universalidad no totalizadora, un nuevo espacio de conexión y comunicación -una nueva interficie- de las singularidades sociales. Universalidad del querer vivir autónomamente sin la mediación de las prácticas terroristas de los Estados. Este antifascismo asume la catástrofe como dato fundante, como nuevo horizonte. Para sobrevivir. Cuerpos monstruosamente deformados. Paradójicas simetrías en la escalada de acción-reacción militar contra el fascismo. El deseo sin matices, sin intensidades, la lámina maciza de una imagen introyectada de Otro absoluto, la angustia. Este antifascismo formaliza las diferencias. Las despotencia en la medida en que asume como transitable cualquier situación de lucha, cualquier dinámica, cualquier método. La diferencia es formal y la acción puramente instrumental. --------------------------------------«-- Volver al Indice de FULKRO «-- Volver al Indice del Archivo de Documentos «-- Volver a la Página Principal del Centro Social |