Toni Negri estaba en Francia desde hace 14 años. Se había refugiado en 1983, después de 4 años y medio de prisión preventiva. Ha vuelto voluntariamente a Italia, donde ha sido condenado a penas de prisión por razones eminentemente políticas, a partir de un arsenal de leyes de excepción (leyes de arrepentidos, detención preventiva durante 12 años) que son incompatibles con la Convención europea de derechos humanos.

Está en la cárcel desde el 1 de julio del 97 y su puesta en libertad (o incluso su paso al régimen abierto) sigue sin producirse.

Cuatrocientas personas siguen excluidas de la vida civil en Italia por acusaciones políticas que se remontan a casi 20 años. Más de 150 refugiados italianos en Francia no quieren destruir su integración para purgar penas pronunciadas a partir de las leyes de excepción. Las autoridades europeas de derecha o de izquierda no les han extraditado. Es una forma de decir lo que piensan sotto voce de esa legislación.

La violencia difusa de las luchas sociales sobre la que se injertó el 'terrorismo' italiano es un asunto que terminó hace tiempo. �Qué democracia puede pretender aplicar contra los condenados políticos una legislación más severa que a los detenidos de derecho común, veinte años después de los hechos que se les imputan?

La puesta en libertad de Toni Negri debe abrir por fin la vía de una amnistía que está tardando demasiado. Sólo la derogación de las leyes de excepción y el voto de una ley por el parlamento italiano acabaría verdaderamente con los 'años de plomo'. Mientras no se reúnan esas condiciones, deseamos además que los países de la Unión Europea garanticen la estancia de los exiliados italianos. Pedimos por último a los parlamentarios de los demás países de la Unión y a los de la Asamblea de Estrasburgo que lleven a cabo todos los pasos en este sentido.