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FREE THE 70's

Carta de Toni Negri para el Encuentro de Venecia (12-14 set. 1997)
Cárcel de Rebibbia, Roma, 10/9/97
 

Compañeros y compañeras, amigas y amigos:

Nuestro país véneto es rico y su riqueza la ha producido un empresariado común. Los héroes de esta transformación productiva no han sido desde luego los patrones y patroncillos que hoy la ensalzan: han sido todos los trabajadores del véneto, todos los que han puesto al servicio común fatiga e intelectualidad, fuerza de trabajo y fuerza-invención; han invertido y acumulado profesionalidad y cooperación en redes comunes, a cuyo través se ha vuelto productiva toda la vida de las poblaciones.

Quienes recuerden el Véneto de los años 50 y 60 saben cuánto ha costado este esfuerzo colectivo de transformación: cuánta miseria y cuánta lucha, cuánta obediencia y cuánta rebelión. Este no es un pueblo de hormiguitas industriosas y beatas. Es una multitud que siempre ha luchado en sucesivas oleadas, primero contra la esclavitud campesina a través de la emigración, más tarde contra la explotación capitalista constituyéndose como clase obrera, por último contra el trabajo asalariado construyéndose como empresariado común. Hoy el camino de la modernización ha llegado a su fin. Sin embargo, a medida que se desarrollaba esta nueva realidad del trabajo como empresariado común, chocó, en el exterior, con la política nacional, con sus reglas de representación, con sus procedimientos administrativos y las inexactitudes fiscales. Por otra parte, en su seno, chocó con las contradicciones del desarrollo y tuvo que afrontar la emergencia de nuevas segmentaciones y desigualdades económicas y políticas entre los ciudadanos productores. Ambas crisis tienen efectos destructivos sobre la naturaleza del modelo de desarrollo y de la forma de ciudadanía- y deben combatirse juntas, al mismo tiempo y en igual medida. Federalismo y nuevo welfare son instrumentos aptos para contrarrestar estos efectos negativos. Federalismo y por tanto autogobierno local, reapropiación de la administración por parte de los ciudadanos-trabajadores, nuevas formas de representación, democracia de la fiscalidad. Nuevo welfare, y por tanto nuevas modalidades de asistencia y previsión, nuevos servicios a las personas y las familias, reinvención de la formación (escolar y permanente) y antes que nada ingreso universal de ciudadanía- reformas pues que respondan- todas y cada una- a las necesidades de una sociedad en la que vida y sociedad se recubren. Federalismo y nuevo welfare son pues políticas que caminan juntas, indisolublemente unidas para consolidar la base común de nuestro modo de producir. ¿Cómo puede pretenderse que, en las condiciones vénetas, el nuevo welfare no sea el producto de una democracia de participación? ¿O que el federalismo sea la última ocurrencia para excluir, una vez más, a los ciudadanos trabajadores de las decisiones sobre las condiciones sociales de la producción? Hay quienes se oponen a una fundación federalista del empresariado político comunal. Por un lado, están los que, abrazados a los privilegios de las corporaciones fordistas del capitalismo tradicional, no quieren reconocer la singularidad del desarrollo productivo del Veneto; por otro, están los que, bajo la bandera de la secesión, pervierten las sacrosantas necesidades de autonomía de esta sociedad productiva. Ambos reprivatizan lo que se ha vuelto común. A los primeros hay que decirles que la flexibilidad y la movilidad de la fuerza de trabajo (por no hablar de la de la intelectualidad de masa) son irreversibles; el problema no es oponerse a la nueva organización del trabajo sino garantizar el salario y la libertad del trabajador posfordista. La nueva organización del trabajo exige menos welfare corporativo y más, mucho más welfare constitutivo- constituvivo de lo común que es base del modo de producción (escuela y formación permanente, servicios familiares para las mujeres que trabajan, guarderías y asistencia para los niños, transportes, redes de comunicación, etc). Menos "chatarra" y más vida. Se acabó, se acabó y para siempre la época de la contratación entre big goverment, big business y big labor. En lo sucesivo, sólo serán posibles "contratos sociales" de base federalista que toquen las grandes dimensiones del reparto de la fiscalidad y de los ingresos. A los secesionistas hay que decirles que su política secuestra en el egoísmo más arcaico la pasión productiva del empresariado común y castra desde la base su potencia expansiva, expulsa innovación e intelectualidad, cría una raza suiza brutal y beata- de modo que no es raro que ahora los liguistas se deslicen a gusto hacia el racismo y den muestras de regurgitaciones fascistas. ¡Pues claro que secesión! Necesitamos derribar todas las fronteras, las que cercan las regiones, las hoy ridículas que pretenden definir los estados-nación, las que obstaculizan los comercios. Y al mismo tiempo necesitamos poder, para impedir que los poderes que se disfrazan detrás del mercado mundial nos aplasten dentro de ciclos financieros que nos resultan cada vez más incontrolales y mediante operaciones especulativas irresistibles. En lo sucesivo, sólo una Europa política, económica y social, una fuerte unión de este espacio pueden configurar la mediación de los intereses expansivos del nuevo modo de producción y de las necesidades urgentes de resistencia al poder de las corporaciones financieras mundiales. Sólo Europa es un espacio adecuado para la constitución federalista de lo común.

Pero, ya que nos hemos reunido aquí por la izquierda, contémonos también nuestros límites y, como sucedía en las mejores tradiciones, reconozcamos también la parte de responsabilidad en la gravedad de lo que está ocurriendo. ¿Por qué sólo ahora nos reconocemos como federalistas? ¿Por qué, desde hace al menos veinte años, en vez de apoyar hemos impedido el desarrollo de las autonomías productivas? ¿Por qué no hemos logrado inventar desde el primer momento un sindicalismo de la "fábrica difusa"? ¿Por qué sobre los problemas de la fiscalidad siempre hemos mantenido posiciones moralistas y punitivas? ¿Por qué hemos sufrido la construcción de lo común productivo como si se tratara de un enemigo, en vez de anticipar su desarrollo y poder así representar sus articulaciones y necesidades? Sin embargo, ha habido estratos de la cultura política de la izquierda véneta que desde hace veinte años comprendieron esas dinámicas y operaban en su seno: fueron reprimidos, y cuando lograron, con gran vitalidad, sobrevivir, se reprodujeron como "exiliados del interior".

Pues bien, esta manifestación, a través de las formas que la organizan, muestra que finalmente se ha proclamado el indulto para estos "exiliados del interior". Es hora de hacerlo también para los "exiliados del exterior" y para los que continúan combatiendo desde la cárcel. En todo caso, sin recriminaciones, en lo sucesivo se trata de avanzar unidos. Se trata de reinventar y experimentar el programa de la nueva izquierda desde abajo, desde esa situación excepcional (pero excepcionalmente cargada de peligro) que es nuestro Véneto. Aquí el trabajo ha cambiado: hoy la subjetividad tiene aquí, de nuevo, su "laboratorio". Viva la autonomía.

Toni Negri
Cárcel de Rebbibia (Roma), 10 de setiembre de 1997


Si quieres escribir a Toni Negri en la cárcel, esta es la dirección postal:

Antonio Negri
Casa di Reclusione di Rebibbia
Via Bartolo Longo 72
00156 Roma (Italia)

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